jueves, febrero 05, 2009

Textos viejos

Leyendo el blog de Bto se me vino a la mente un ensayo que escribí hace un par de años, en noviembre de 2006 para ser exactos. He aquí el texto, nunca le puse título:

“Voy a cambiar lo prometo, todo será diferente esta vez.” Te toma de la mano y se acerca lentamente: se encuentran frente a frente, hay lágrimas en los ojos de los dos y su mirada parece sincera. Se aproxima un poco más: respiran el mismo aire, tu corazón late muy fuerte y el suyo también -incluso puedes oírlo. Se acerca unos centímetros más sus labios rozan los tuyos y segundos después se hunden en un beso lento, tierno y húmedo que parece detener el tiempo y revivir ese amor que intentabas dejar en el olvido.

Se oye el rechinar de unas llantas que frenan bruscamente, de golpe te llega un momento de lucidez, se te eriza la piel y prefieres no pensar pero es imposible: ¿naufragio? el corazón -o por lo menos crees que es él- dice “vuelve”, la razón grita “bullshit”. Todos, sin excepción, hemos caído en ese juego donde las falsas promesas y las palabras bonitas se conjugan para entorpecer el pensamiento de alguien más y para enredarle en una situación compleja donde se tratará de salvar una relación que ya había sido desechada. Hemos jugado los dos papeles, embaucador y víctima, conocemos las reglas y el proceso a la perfección y por lo tanto, el caótico desenlace.

El conocimiento y la predictibilidad son armas de dos filos: te vuelven más inteligente y más crítico, pero al mismo tiempo te convierten en “ciego voluntario” experto en “hacerse pendejo”. Decides jugártela una vez más, quizá ahora sí “todo” sea diferente, tan diferente que sigues con la misma persona que te demostró ya, no hace mucho tiempo, que no es para ti y no puede darte lo que quieres o necesitas.

Las primeras semanas apenas reconoces a tu pareja: llamadas y mensajes todos los días todo el día, visitas constantes en la escuela, el trabajo y los lugares que frecuentas, la miel se derrama por todas partes -incluso te marea-, detalles, pláticas interesantes… Ha cambiado, ahora sí te quiere en serio, le interesas, se preocupa por ti, maduró, encabezas su lista de prioridades... Vuelas alto, planeas sin miedo, es imposible caer, eres invencible, tienes un buen respaldo.

Después del primer mes -si es que tanto te dura el gusto- la rutina y las viejas costumbres pesan mucho y tu vuelo cae en picada hasta pegar duro con el suelo. Los amigos se pasan a ser más importantes que tú, el fútbol y las cervezas -o bien las compras y el cafecito- pesan más que los compromisos con tu familia, el teléfono se vuelve caro de un día para otro al igual que la gasolina, tus lugares favoritos le son aburridos y pierde todo interés por tus actividades. ¿Reclamos? Ni se te ocurra: “¿Qué no valoras todo lo que estuve haciendo? Me asfixias, no me das MI espacio, por estas cosas no funcionamos, tú tienes la culpa de que yo pierda el interés.” Haces memoria: tú nunca pediste el cambio, fue una oferta irresistible que se ha convertido en un mega-fraude y para el cual no tienes derecho a pedir garantía de reparación, sólo queda un camino: la devolución.

La duración de la relación cobra aquí un papel importante, parece pesar más de la cuenta cada mes utilizado, ya sea que se encuentre situado en la duración de la relación, en el inter entre el quiebre y el regreso o dentro del intento fallido de reconstrucción. Los tres tiempos se funden en uno y ahora hablas de ellos como si en realidad fueran una sola etapa: “Duramos 2 años entre que anduvimos y no, en fin fue tiempo juntos”. La costumbre de hablar por dos -aun cuando actuabas por uno- se vuelve un vicio difícil de desterrar, la melancolía se asienta en tu persona y los recuerdos de los momentos felices son constantes. Algo en ti te da una mala jugada -bien pueden ser la mente o el corazón ¿qué mas da?- dejar ir “definitivamente” cuesta más trabajo del esperado.

Tus amigos cansados de repetir lo mismo tantas veces, se abstienen de dar comentarios y se limitan a oír sin escucharte. Están hartos del mismo cuento de siempre: vuelves, todo es perfecto, empiezan las broncas, truenas definitivamente según esto y se dan un break el cual aprovecharán para dejar que se enfríe la situación y después poder ser amigos, no pasan ni dos días cuando las llamadas y los mensajes hacen su aparición junto con una serie de e-mails donde te recuerda tus palabras de amor eterno y como tu decisión de terminar las contradice. Te hace sentir culpable, el chantaje sentimental es su fuerte y tu debilidad, frases como “nunca lo dijiste en serio ¿verdad?, ¿estás segura(o) de qué me quisiste?” te mueven el suelo. Aunado al juego psicológico viene una contraparte menos agresiva: “No puedo estar sin ti, no importa si sólo somos amigos. Necesito saber de ti, hablar contigo saber que estás bien.”

Sus palabras te ablandan ¿naufragio de nuevo? Esta vez decides cambiar las reglas y tomarle ventaja a la distancia que ahora los separa: no van a volver, llevarán una relación de “amigos” que terminará siendo “con beneficios” en el cual mutuamente se demostrarán los cambios de comportamiento y así quizá después cuando vean que sí funcionan juntos pensarán en un reencuentro oficial en el cual los títulos y el compromiso irán al frente anunciándole al mundo que son novios de nuevo, algún día dejarán de negarlo y esconderse.

De nuevo las primeras semanas son un éxito, el mismo cuento predecible: primero todo perfecto y después de un rato vuelve a la rutina y el caos. Como las reglas han cambiado la rutina se transforma en pleitos, discusiones y recordatorios de errores pasados y engaños. Prometieron hacer borrón y cuenta nueva, pero con la primera chispa de ira se disparan entre ustedes una sarta de reclamos y adjetivos hirientes que hacen alusión al pasado.

Aguantas meses en este papel, algunas veces están más cerca, otras un poco distantes y unos días o semanas antes del tan esperado encuentro todo se vuelve miel: se trabajan mutuamente para pasar unos días juntos en armonía y así poderse disfrutar el uno al otro. El encuentro llega y, después de un efusivo saludo y una linda bienvenida sientes que estás en el lugar correcto con la persona indicada. Después de varios encuentros la moral y la culpa te recuerdan las palabras de tu madre y te hacen guardar distancia sin dar explicaciones. Ciertamente es desconcertante, ni tú te entiendes, ¿cómo esperar que los demás lo hagan? De ley, después de la distancia viene un pleito grande, buscas una excusa para justificar tu alejamiento y truenan -aunque en realidad no había nada concreto entre los dos- antes de volver a separarse.

Una despedida triste y fría, un abrazo fuerte y largo y un “¡No!” que gritaba “¡Sí!” terminan con el momento y te vas con las ganas de ese último beso, no lo permites porque sabes que la carne es débil y significaría empezar el juego una vez más.

Suena el teléfono el primer día después de la separación: “sólo quería saber si llegaste bien.” Esos detalles siempre te matan. Al día siguiente hay otra llamada y así, sucesivamente todos los días de las siguientes semanas. Acuerdan empezar a volver a platicar, esta vez si serán sólo amigos, no pelearán, simplemente se divertirán como en los viejos tiempos donde las tonterías invadían sus pláticas. La amistad donde ya hubo erotismo no existe dice un amigo, tú prefieres decir que no existe entre dos personas que se quieren o se quisieron recientemente porque aún duele, pero te empeñas en defender que si los dos se lo proponen ustedes si la pueden alcanzar.

De amigos solamente a amigos con beneficios la distancia es corta y permite saltar de un lado a otro sin problemas, a veces ustedes son tan fríos que pareciera que sólo buscan divertirse después de un tiempo los sentimientos hacen aparición y empieza el cuento de nuevo: falsas promesas de cambio, unas semanas de perfección y vuelven las discusiones. Pero sigues ahí esto se repite cada dos o tres meses, es cansado y hartante pero seguro, en realidad no sabes si siguen juntos por el miedo a estar solos o por la incertidumbre de qué pasaría si decidieran abrirse ante alguien más. Sentar las bases de una relación no es trabajo fácil y los fracasos son desgastantes.

Pasan años de tu vida y sigues estancándote en el mismo charco, sales de él unos días y no terminas de secarte cuando ya estás dentro de nuevo dentro hasta las rodillas. Un día decides romper con la cadena de eventos y darle un giro a tu vida. Tus amigos se ríen, algunos te dan unos meses para que caigas en el mismo juego de nuevo, otros te “apoyan” diciendo que ojala fuera cierto aunque saben que sólo es cuestión de estar un instante en el mismo lugar para que se repita la historia. La carne es débil, y cuando hay amor, cariño o costumbre de por medio es aún más.

Te empeñas en creer que funcionará, has decidido dejar de ser predecible y actuar desafiando la predictibilidad. Si siempre supiste que el final olía a desastre y dolor ¿por qué empeñarte a desafiar las probabilidades sabiendo que llevabas las de perder? El humano es tan inteligente que hasta sabe autoengañarse y hacerse pendejo con tanta efectividad que cree sus propios cuentos. ¿Idealismo? ¿Esperar que aunque sabes que todo indica lo contrario tu caso pueda ser diferente? Yo lo llamaría comodidad, a veces más vale sentirte protegido que plenamente feliz.

8 comentarios:

dayanna* dijo...

La fecha exacte fue 03 de noviembre de 2006, creo que a estas alturas, cuando aplicaba el ensayo debería decir 5 años no 2 jajaja..

Roque dijo...

Wow.

Es muy revelador es algunos sentidos.

Que bien que te animaste a compartirlo.

Anónimo dijo...

"a veces más vale sentirte protegido que plenamente feliz".

A veces creo que sí.

Saludos.

Anónimo dijo...

Hubo un momento en que me perdí entre tantos "nuevos" comienzos e "idénticos" finales pero bueno...

creo que te queda el pensar que ahora sí, el final ha cambiado a uno definitivo y rotundo.

(Ja! creo que deberías de abrir en mi honor una nueva categoría de amigos: los que te apoyan y creen en tu determinación a pesar de todo)

dayanna* dijo...

Fer, si no estuviera segura de q eres tú la que pide la categoría nunca hubiera pensado que lo dirías jajajaja.. De seguro estabas haciendo mandil y por eso andabas de dulce y buena amiga cuando escribiste el comment no?

Gracias anyways..

Sí roque, es muy revelador ;)

B. dijo...

Ah mira, otra prueba que los gestos no pierden vigencia, ni las personas... ¡ja!


Ya, me callo y me uno a tu nueva categoría de amigos propuesta por ¿Fer?

dayanna* dijo...

Jajaja sí, por Fer, increíble pero cierto. Lo sé, lo sé, demasiada dulzura para ser ella.

M* dijo...

Ajap... y como dice la canción: "'til I find someone new"