martes, julio 08, 2014

Esta vez sí, desde el otro lado del mundo



Desde la universidad la India me parecía un país muy interesante pero demasiado lejos de mi realidad como para considerar pasar una temporada ahí. Por esto, mi interés sobre el país se limitaba al gusto por la comida india, el gusto por libros de ficción sobre todo novelas en el cual la historia estaba situada en ese país y el conocimiento escueto sobre su religión, tradiciones, sistema económico y político.
Cuando llegué a Londres mi exposición hacia la cultura india incrementó muchísimo. Por primera vez compartí el salón de clases con alumnos provenientes de ese país, escuché conversaciones en hindi, aprendí sobre las principales diferencias culturales y probé muchos platillos que en México difícilmente hubiera podido degustar. Después de los primeros meses de la maestría la idea de visitar el país y/o la posibilidad de buscar un trabajo de verano en él empezaron a parecerme una realidad viable, emocionante y cercana.
En febrero apliqué a un internship en el área de responsabilidad social (RS) de una compañía india muy grande y reconocida internacionalmente: Tata. Hasta el momento en el que mandé mi currículum nunca me había interesado por el trabajo de RS; quien me conoce sabe de sobra que soy completamente escéptica de las intenciones detrás de “ayudar a su comunidad” de las empresas y por lo general me había topado con iniciativas que eran más pantalla que verdadero trabajo. Cuando vi la convocatoria para este trabajo de verano me llamó la atención cómo Tata llevaba a cabo sus proyectos y el hecho de que muchos proyectos fueran de desarrollo y no de mera pantalla. La duda de saber cómo realmente en la práctica estos proyectos se desarrollaban me trajeron a este país.
Aterricé en la India el 20 de junio a las 9:30 pm hora local[1] en la ciudad de Bombay. Llegué con los ojos muy abiertos y los sentidos despiertos para absorber todo lo que mi capacidad neuronal y afectiva pudiera procesar. Esperaba un shock cultural como le pasó a muchos de mis amigos que me compartieron sus experiencias de su primer viaje a este país. Lo primero que noté fue que en el vuelo a Bombay había sólo 3 personas no indias: Latoya, mi compañera de viaje quien viene en el mismo esquema que yo, un señor y yo.
           Viajé con una backpack en la cual traía 1 pantalón de mezclilla -traía otro puesto junto con una camiseta y unos tenis-, 6 camisetas, 1 pijama, mi toalla de viaje y unas sandalias de plásticnótese que vengo por dos meses y medio; mi idea era comprar ropa ligera, suelta y estilo indio. Cargué conmigo mi celular, un par de libros, mi cámara, mi computadora solamente porque la necesitaría para el internship–, una guía de Lonely Planet sobre la India y un cuaderno para escribir mis aventuras. Desde que llegué, he intentado ser constante he de confesar que pocas veces lo logro y que estoy “trabajando” en mi disciplinaen escribir diario en ese cuadernito sobre mi experiencia en este país. Según incremente mi constancia y las anécdotas interesantes este blog será depositario de algunas de las aventuras y/o reflexiones que me anime a compartir.
नमस्ते 
Namaste.


[1] La diferencia horario con la casa de mis papás en el norte de México es de 12.5 horas, con Guadalajara 10.5 horas y con Londres 5.5 horas.

No hay comentarios.: