Generalmente sé por qué me siento triste, por qué me enojo, o por qué me siento decepcionado. Mi cerebro encuentra razones para sentirme así, casi siempre hay una razón lógica:
• Alguien dice algo estúpido: Entonces siento lástima, desesperación, tal vez risa... depende del grado de la estupidez.
• Leo el periódico: Siento desesperanza, hartazgo, tristeza, tal vez risa...
• Alguien muestra algo de conciencia: Entonces me siento optimista, siento empatía (como si yo fuera muy conciente), entre otras cosas. Tal vez risa...
Todo sentimiento tiene (o debería tener) un origen (que identifiquemos enseguida). Pero, ¿qué pasa cuando a la razón no le llega el memorándum? Cuando estos condenados llegan sin avisar (o sin querer).
¿Llegan estas cosas (ira, hartazgo, celos, ansiedad, amor, etc.) de la nada? Yo creo que no; eventualmente todo tiene una explicación. A veces tardo en encontrarla, a veces ni la busco y el sentimiento se va por sí solo (hasta el “amor eterno” es temporal).
Es muy importante conocer la fuente para tener idea de por qué nos sentimos así y poder hacer algo al respecto (si es necesario). Pero, ¿qué pasa si, a pesar de conocer la fuente, no podemos evitar que llegue el sentimiento que no queremos? Generalmente uno se aleja del origen del sufrimiento, o se acerca al origen de la alegría (o bienestar, lo que sea). ¿Y si no se puede? ¿Y si la fuente no es externa o es desconocida?
Entonces me siento asaltado.
Mi cerebro me ha asaltado, seguirá dándome dosis aleatorias (creo) de estos sentimientos (que comienzo a detestar, que me confunden… ¿quién diablos nunca se confunde? Odio cuando eso pasa…)
Ya me basta con la inseguridad en las calles, no la necesito en mi cabeza (¿quién puede vivir con la incertidumbre de que un día, en un asalto emocional, reacciones y salgas seriamente lastimado?).
• Alguien dice algo estúpido: Entonces siento lástima, desesperación, tal vez risa... depende del grado de la estupidez.
• Leo el periódico: Siento desesperanza, hartazgo, tristeza, tal vez risa...
• Alguien muestra algo de conciencia: Entonces me siento optimista, siento empatía (como si yo fuera muy conciente), entre otras cosas. Tal vez risa...
Todo sentimiento tiene (o debería tener) un origen (que identifiquemos enseguida). Pero, ¿qué pasa cuando a la razón no le llega el memorándum? Cuando estos condenados llegan sin avisar (o sin querer).
¿Llegan estas cosas (ira, hartazgo, celos, ansiedad, amor, etc.) de la nada? Yo creo que no; eventualmente todo tiene una explicación. A veces tardo en encontrarla, a veces ni la busco y el sentimiento se va por sí solo (hasta el “amor eterno” es temporal).
Es muy importante conocer la fuente para tener idea de por qué nos sentimos así y poder hacer algo al respecto (si es necesario). Pero, ¿qué pasa si, a pesar de conocer la fuente, no podemos evitar que llegue el sentimiento que no queremos? Generalmente uno se aleja del origen del sufrimiento, o se acerca al origen de la alegría (o bienestar, lo que sea). ¿Y si no se puede? ¿Y si la fuente no es externa o es desconocida?
Entonces me siento asaltado.
Mi cerebro me ha asaltado, seguirá dándome dosis aleatorias (creo) de estos sentimientos (que comienzo a detestar, que me confunden… ¿quién diablos nunca se confunde? Odio cuando eso pasa…)
Ya me basta con la inseguridad en las calles, no la necesito en mi cabeza (¿quién puede vivir con la incertidumbre de que un día, en un asalto emocional, reacciones y salgas seriamente lastimado?).