Por alguna razón nunca envié esto para publicar en cartas al lector, lo encontré hoy mientras me distraía en clase de Legislación de comercio internacional:
…“Lo que no se puede negar es que el PRD es un partido de izquierda; que lucha fundamentalmente por disminuir privilegios y discriminaciones; que aspira a una sociedad democrática, no sólo para elegir a sus dirigentes políticos, sino también a sus representantes en los diversos organismos sociales; que alienta todo esfuerzo por lograr una distribución más equitativa de la riqueza y de las fuentes de la riqueza; que busca nuevas formas de relación entre la sociedad y el Estado, tales que el poder político – no sólo el económico – se ejerza socialmente, colectivamente. La socialización del poder político es un paradigma, un caro ideal revolucionario de todos los militantes perredistas. Nadie en el PRD acepta la concentración del poder político en un pequeño núcleo de personas. Nadie.”
Estas palabras de Heberto Castillo contrastan violentamente con la situación que vive el Partido. El fragmento anterior forma parte de un artículo escrito hace más de 17 años (en 1991): “El PRD y la izquierda”, publicado nuevamente en el No. 1640 de la Revista Proceso (mismo número en el que se documenta el “ocaso del PRD”).
Lo que no se puede negar es que: con una elección interna como la hubo (desastrosa), con una división teórica innecesaria en estos momentos (izquierda “radical” vs. Izquierda “negociadora”), “en el límite” de la ruptura (negociada o no), ante la demanda de un “divorcio civilizado” y el poder que adquieren nuevas estructuras; el PRD vive una crisis que – considero – nos afecta a todos. Y – aclaro –no soy perredista (ni partidista), sino creo firmemente que en México debe gobernar la izquierda (una que sea digna).
Lo que no se puede negar es que: es el peor momento del PRD para morir (o para encontrarse inestable y desunido) como alternativa de izquierda.
Lo que no se puede negar es que: ante la tan importante lucha por una reforma energética que haga de PEMEX un factor real de desarrollo (no la panacea, como lo anunció Calderón en cadena nacional), el PRD no ha tomado el papel ni defendido los ideales que en algún tiempo llegó a representar.
Lo que no se puede negar es que: a 11 años de la muerte del conocido luchador social, el PRD ya no es un medio real para alcanzar los viejos pero aún no cumplidos y mucho menos superados ideales: la libertad, igualdad y fraternidad (por mencionar algunos). En palabras de Heberto Castillo: “Sólo serán superados cuando se realicen”…”Lo que más podemos decir es que no se han conquistado en lugar alguno. Y siguen siendo metas por alcanzar en todos los rincones del mundo; de todos los pueblos”.
…“Lo que no se puede negar es que el PRD es un partido de izquierda; que lucha fundamentalmente por disminuir privilegios y discriminaciones; que aspira a una sociedad democrática, no sólo para elegir a sus dirigentes políticos, sino también a sus representantes en los diversos organismos sociales; que alienta todo esfuerzo por lograr una distribución más equitativa de la riqueza y de las fuentes de la riqueza; que busca nuevas formas de relación entre la sociedad y el Estado, tales que el poder político – no sólo el económico – se ejerza socialmente, colectivamente. La socialización del poder político es un paradigma, un caro ideal revolucionario de todos los militantes perredistas. Nadie en el PRD acepta la concentración del poder político en un pequeño núcleo de personas. Nadie.”
Estas palabras de Heberto Castillo contrastan violentamente con la situación que vive el Partido. El fragmento anterior forma parte de un artículo escrito hace más de 17 años (en 1991): “El PRD y la izquierda”, publicado nuevamente en el No. 1640 de la Revista Proceso (mismo número en el que se documenta el “ocaso del PRD”).
Lo que no se puede negar es que: con una elección interna como la hubo (desastrosa), con una división teórica innecesaria en estos momentos (izquierda “radical” vs. Izquierda “negociadora”), “en el límite” de la ruptura (negociada o no), ante la demanda de un “divorcio civilizado” y el poder que adquieren nuevas estructuras; el PRD vive una crisis que – considero – nos afecta a todos. Y – aclaro –no soy perredista (ni partidista), sino creo firmemente que en México debe gobernar la izquierda (una que sea digna).
Lo que no se puede negar es que: es el peor momento del PRD para morir (o para encontrarse inestable y desunido) como alternativa de izquierda.
Lo que no se puede negar es que: ante la tan importante lucha por una reforma energética que haga de PEMEX un factor real de desarrollo (no la panacea, como lo anunció Calderón en cadena nacional), el PRD no ha tomado el papel ni defendido los ideales que en algún tiempo llegó a representar.
Lo que no se puede negar es que: a 11 años de la muerte del conocido luchador social, el PRD ya no es un medio real para alcanzar los viejos pero aún no cumplidos y mucho menos superados ideales: la libertad, igualdad y fraternidad (por mencionar algunos). En palabras de Heberto Castillo: “Sólo serán superados cuando se realicen”…”Lo que más podemos decir es que no se han conquistado en lugar alguno. Y siguen siendo metas por alcanzar en todos los rincones del mundo; de todos los pueblos”.