martes, diciembre 29, 2009

El desierto


No es la arena, ni la vista. No es el clima, ni el olor. No son los paisajes que penetran los ojos de los que observamos. Tampoco es la sensación de ser libre, ni la calma que se respira. No es la nada que envuelve todo. No es la noche llena de estrellas, ni los cielos azules por la mañana. No son los atardeceres rojo con morado, ni el sol incandensente que acompaña los medio días. No son los camellos que transitan libremente, nis los beduinos que caminan por las dunas. Es el silencio. El silencio que aturde, que permite escucharme. Es el silencio que grita. Es lo que más extraño.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuenta tu Jardín.

Cuenta tu jardín por las flores,
no por las hojas caídas.

Cuenta tus días por las horas doradas,
y olvida las penas habidas.

Cuenta tu vida por sonrisas,
no por lágrimas.

Y para gozo en esta vida,
cuenta tu edad por amigos,
no por años.

Anónimo.


Tal vez habría que agregar:

Cuenta tu capacidad de escuchar por el éxito de haberte escuchado a ti misma.
De haberte encontrado.
De haber encontrado a otro ser dentro de ti misma.
Tal vez ese ser es Dayanna, la niña.

Dichoso el silencio que puede admirar como espectador y como actor a los seres, al momento, la evolución.
Dichosa tú que te diste la oportunidad de escucharte y encontraste lo que muchos buscan.

Tritza dijo...

creo que has encontrado tu canción.. luego te cuento exactamete a que me refiero... y lo demás también