... o más bien que sientes.
En tiempos de la crisis del 94 yo tenía aproximadamente -déjenme sacar cuentas: 2008 = 22, 1994 = 8 (veerdeee, hace mucho)- bueno tenía 8 años; en esos tiempos veía que los adultos -en especial mis papás- se quejaban de lo dura que estaba la situación y se angustiaban al ver los precios. Yo pensaba: ¿crisis económica? ¿y eso con qué se come? a mí qué me importa, ni me afecta. Realmente sí me afectaba pero pues como nunca fui niña caprichosa ni consentida demás, nunca vi en declive lo que recibía de parte de mis padres, ya que ellos seguían haciendo un gran esfuerzo porque el nivel de vida que teníamos tanto mis hermanos como yo no bajara tanto, o al menos tan drásticamente.
Ahora en 2008, que ya soy responsable de pagar ciertas cuentas, administrar el dinero de mi departamento, súper y servicios; esta maldita crisis alimentaria mundial y financiera del país me está matando. Digo, no seré experta en economía o finanzas pero que nadie me venga con que el país está en crecimiento porque no es cierto. Quizá para unos cuantos -muy contados y cada vez menos- las ganancias y las oportunidades de expandir sus negocios van en aumento, pero para la gran mayoría van en descenso.
La clase media de este país -incluyendo aquí a la media alta, media y media baja- es cada vez más angosta: unos pocos tienen oportunidad de brincar a la clase alta y los demás nos fregamos resistiendo en nuestro origen o bien de plano resbalamos y bajamos el nivel de vida unos escalones.
Los alimentos han subido de precio de manera impresionante, no es que cuesten 1 o 2 pesos más sino que derrepente te encuentras que los precios suben cierto porcentaje cada mes o incluso doblan o triplican sus precios comparados con los años anteriores. Me impacta llevar la misma cantidad de dinero al súper y ver que ahora en ves de llenar medio carrito me alcanza para poquito más de 1/4.
No sólo los alimentos subieron de precio, todo está carísimo. Mantener un nivel de vida medio y ser estudiante en una ciudad grande es un lujo ahora y no una realidad de miles. Cada vez nos alcanza menos. Una maestra de economía nos decía en clase, no necesitamos indicadores para saber que estamos en crisis, se siente, se nota, la gente lo puede ver. Y sí, esta ruina se ve y se siente.
En tiempos de la crisis del 94 yo tenía aproximadamente -déjenme sacar cuentas: 2008 = 22, 1994 = 8 (veerdeee, hace mucho)- bueno tenía 8 años; en esos tiempos veía que los adultos -en especial mis papás- se quejaban de lo dura que estaba la situación y se angustiaban al ver los precios. Yo pensaba: ¿crisis económica? ¿y eso con qué se come? a mí qué me importa, ni me afecta. Realmente sí me afectaba pero pues como nunca fui niña caprichosa ni consentida demás, nunca vi en declive lo que recibía de parte de mis padres, ya que ellos seguían haciendo un gran esfuerzo porque el nivel de vida que teníamos tanto mis hermanos como yo no bajara tanto, o al menos tan drásticamente.
Ahora en 2008, que ya soy responsable de pagar ciertas cuentas, administrar el dinero de mi departamento, súper y servicios; esta maldita crisis alimentaria mundial y financiera del país me está matando. Digo, no seré experta en economía o finanzas pero que nadie me venga con que el país está en crecimiento porque no es cierto. Quizá para unos cuantos -muy contados y cada vez menos- las ganancias y las oportunidades de expandir sus negocios van en aumento, pero para la gran mayoría van en descenso.
La clase media de este país -incluyendo aquí a la media alta, media y media baja- es cada vez más angosta: unos pocos tienen oportunidad de brincar a la clase alta y los demás nos fregamos resistiendo en nuestro origen o bien de plano resbalamos y bajamos el nivel de vida unos escalones.
Los alimentos han subido de precio de manera impresionante, no es que cuesten 1 o 2 pesos más sino que derrepente te encuentras que los precios suben cierto porcentaje cada mes o incluso doblan o triplican sus precios comparados con los años anteriores. Me impacta llevar la misma cantidad de dinero al súper y ver que ahora en ves de llenar medio carrito me alcanza para poquito más de 1/4.
No sólo los alimentos subieron de precio, todo está carísimo. Mantener un nivel de vida medio y ser estudiante en una ciudad grande es un lujo ahora y no una realidad de miles. Cada vez nos alcanza menos. Una maestra de economía nos decía en clase, no necesitamos indicadores para saber que estamos en crisis, se siente, se nota, la gente lo puede ver. Y sí, esta ruina se ve y se siente.