Sucede a menudo que las verdaderas tragedias de la vida se desarrollan de una manera tan poco artística, que nos hieren por su violencia cruda, por su incoherencia absoluta, por su absurda necesidad de significar algo, por su absoluta carencia de estilo. Nos afectan del mismo modo que la vulgaridad, nos dan una impresión de la pura fuerza bruta, y contra eso nos rebelamos. A veces, sin embargo, una tragedia que posee elementos artísticos de belleza atraviesa nuestra vida; si estos elementos de belleza son reales, despierta en nuestros sentidos el efecto dramático. Nos encontramos de pronto, no ya actores, sino espectadores de la obra, o mejor dicho, somos ambas cosas. Nos vigilamos a nosotros mismos, y el simple interés del espectáculo nos seduce.
El retrato de Dorian Gray
Oscar Wilde
(Fragmento)
Oscar Wilde
(Fragmento)