Confesaré que muchos años de mi vida fui muy mainstream
-seguramente aún conservo un montón de actitudes y costumbres que me
hacen serlo- pero con el paso de los años, las experiencias en la
universidad, el trabajo en la calle con jóvenes que viven realidades muy
distintas a las mías y las cosas que aprendo de la vida -aunque suene
cliché- he forjado una personalidad que -al menos en mi ciudad y estado
de origen- se salen de lo ordinario y hasta podrían clasificarme como
una persona "rara" o "demasiado consciente".
Crecí con una
educación tradicional y un tanto conservadora. Soy la primera de tres
hijos de un matrimonio católico que cree en las buenas costumbres y en
cuidar la imagen pública. Tampoco es motivo para alarmarse, mis papás son progresistas en muchos aspectos pero valoran que vivamos los sacramentos de la iglesia y nos apeguemos a los valores morales -con los cuales no siempre coincido- que nos inculcaron desde pequeños. Mi papá es de ideales de izquierda -a veces muy rojos- cuando se trata de hablar de política y economía y no es muy alineado con el sistema así que con esto la balanza se empareja un poco.
Estar de vacaciones en casa me han dado la oportunidad de darme cuenta de algunos detalles que han marcado mi forma de pensar en los que no había reparado antes. Me considero una persona muy liberal y debo confesar -aunque me cueste- que esta forma de pensar -y de actuar- no se me dio natural desde un principio y que luché contra creencias arraigadas para ser congruente en mi forma de pensar y vivir.
Aunque nunca consideré la discriminación por diversidad sexual como algo normal tampoco me movía tan cómoda por este círculo cuando estaba en la prepa. Poco a poco dejé fuera de la discusión los argumentos religiosos y me enfoqué en los derechos humanos. Entendí que la preferencia sexual no te hace mejor ni peor ser humano y que el sexo -o el amor- entre dos personas del mismo sexo no es perversión, sino una expresión de sentimientos tan válida como cualquier otra.
En mi travesía de búsqueda por mi identidad me di cuenta que la vida "tradicional" de pareja y familia no son para mí -o al menos no están dentro de mis planes a corto y mediano plazo. Aprendí a aceptar que no todos tenemos porqué seguir los mismos patrones y que si el matrimonio no es importante para mí y prefiero dedicar mi vida a mi crecimiento profesional no estoy mal, simplemente tengo otros intereses.
Conforme aprendí sobre movimientos sociales, organizaciones internacionales, colectivos y asociaciones descubrí miles de formas de vivir diferente y al menos en la mitad de esas nuevas propuestas encontré una solución desde casa a uno de los problemas que enfrentamos como mundo. Hoy, cada vez que desocupo una botella de pet o tiro una cáscara de plátano en el bote de la basura mi corazón se apachurra un poco pensando en el daño que le hacemos al planeta al no separar la basura y no reciclar. Decidí utilizar lo menos posible las bolsas de plástico, dejar de comer carne, meterme al mundo de la agricultura urbana, apagar luces y aparatos electrónicos al mi paso por diferentes rincones de mi casa, usar hojas recicladas, caminar en distancias cortas y racionalizar el uso de mi coche, entre un montón de prácticas que aminoran el daño que le hacemos al planeta o al menos me hacen sentir menos culpable.
En los escasos momentos de reflexión que le he dedicado a este tema me he encontrado con ideas que tiene la mayoría de la gente arraigadas con las que no estoy de acuerdo y cuando he podido he puesto los temas a discusión entre mis familiares y amigos. En el camino me he encontrado con varios pares de locos que como yo, que con acciones pequeñas sienten que desafían al sistema y con muchos otros que creen que el mundo está hecho para servir al ser humano y que no hay porqué cambiar nuestro modo de vivir o pensar. Aquí es cuando yo creo separarme de lo mainstream, cuando creo que pensar en lo común y dejar lo individual es cambiarle el sentido a la vida. Alomejor me equivoco y mi forma de vida "nueva" -aunque sea por convicción- esté alineada con la moda y al final ahora soy más mainstream de lo que era antes.